Historias reales de Terror: El nahual de Ixtlahuaca.

Francisco Castellanos J.
Serán o no ciertas las historias de los nahuales , cuyo relatos provienen desde la época prehispánica, en los pueblos indígenas de México. Veamos esta
Narración del policía.
Las bestias o criaturas infernales no son cuentos o historias, estas son más reales de lo que uno piensa, pero esa noche mi vida y la de mi compañero quedó marcada para siempre y hasta el día de hoy narrar estos hechos con lujo de detalle.
Existen religiones o sectas muy aterradoras que juegan con el destino y voluntades de quienes piensan y desean alcanzar el máximo poder espiritual.
Tocan poderes inimaginables donde alteran el orden de las cosas y parte de la naturaleza haciendo ritos con mujeres y animales, como cabras, perros, puercos y todo esto con el fin de traer de regreso a sus gobernantes de las sombras.
De esos rituales procrean a un descendiente el cual se incuba y viene a la vida en un periodo de gestación sumamente corto y de rápido desarrollo, con poder, inteligencia y fuerza descomunal.
Este ser es de aspecto horrible y repugnante ya que ellas tienen que dar a luz en cierta y misteriosa noche de el calendario lunar pagano, en pleno bosque esto con el fin de que el alumbramiento o parto de estas bestias no sea obstruido por alguna persona ajena a esto.
Como oficial de policía del Estado de México, esto que cuento no había sido contado o narrado jamás. De lo que nos aconteció esa lamentable noche, ni siquiera mi esposa estaba enterada.
Esa tarde salimos hacia un poblado en el Estado de México, pasando Ixtlahuaca allá rumbo a Toluca.
Éramos parte de una avanzada de notificación en un caso judicial de presentación, a petición de mi comandante, y esa tarde por falta de viáticos o recursos para usar la autopista cortamos por el municipio de Isidro Fabela, cerca de Tlazala, por las montañas.
Estábamos ya cerca del centro ceremonial otomí, un lugar famoso por su historia arqueológica y avistamiento de brujas, duendes y hasta nahuales, hombres semi híbridos.
Recuerdo que venía manejando ya de regreso por un poblado apodado las Palomas, muy noche y se veía poco en ese aterrador bosque.
De pronto, ahí, en medio de la nada, comenzó a fallar la patrulla y mi pareja me dijo que el carro ya no respondía que esos jalones eran posiblemente problema de el motor, las luces de la torreta fueron lo último en dejar de funcionar, ahora si el carro estaba sin servir.
Descendimos de la patrulla para checar esa posible falla mecánica y al notar mi pareja que esta era imposible repararla me pidió solicitar apoyo por el radio de frecuencia, al pedir ayuda solo se escuchaba estática y distorsión, esto era lógico por la altitud y lejanía y más porque estábamos en medio de la sierra en bosque oscuro.
En ese justo momento y en época de verano se soltó una ráfaga de viento helado que te calaba los huesos y parecía que anunciaba la muerte o algo peor.
Lo que de pronto se escuchó nos aterró y puso en alerta, se escuchaban los gritos o alaridos de una mujer entre los árboles y la oscuridad.
Estos llantos eran de lamento, como de un terrible sufrir y sin pensarlo dos veces tomamos las armas, cortamos cartucho y avanzamos a su auxilio.
A pesar que no conocíamos la zona nos adentramos con un arma corta y otra larga pero estos gritos se escuchaban en diferentes posiciones o lugares así que mejor nos separamos cuando estos se alejaban.
Efectivamente llegamos como a un especie de camino oculto y ahí estaba en el piso, acostada, una mujer con el rostro tapado y con un vestido largo de color blanco, como en posición de alumbramiento para dar a luz, lanzaba gritos de estar pariendo a su bebé y este la hacía sufrir.
Ella no nos había visto pues llegamos por atrás y al acercarnos la pobre tenía el vientre abultado, este se le movía como si el impresionante feto se quisiera salir y por eso lanzaba esos alaridos aterradores de dolor, estaba ya teniendo a su vástago pero se veían dificultades para que naciera pues cada vez eran más intensos los alaridos y lamentos de ella.
Continuaba sin vernos y al acercarnos un poco más ella expulsó del vientre algo así como un bulto, el cual venía envuelto en la placenta y despedía un nauseabundo y asqueroso olor a podrido.
Cuando se desmayó, al nacer su bebé nos acercamos para auxiliarla y prendimos las lámparas, pero estas de plano no encendieron.
Al ver al bebe de esta señora casi nos morimos de susto. Era una aberración, era una cosa híbrida mitad humana, mitad animal y de rasgos repugnantes pues era más una bestia que un bebé. Tenía la cara de un perro grotesco y deforme, con una mandíbula llena de filosos dientes y sus ojos eran blancos como esferas.
En ese momento la madre de esta cosa, o ser, nos miró y quiso esconderse, pero imaginamos que por el tipo de parto no tenía fuerzas para hacerlo, solo se arrastró con los brazos y sus piernas ensangrentadas, aproximadamente unos tres metros hacia atrás sin quitarnos la vista de enfrente y hasta que pudo, ser medio paro.
De pronto este niño o engendro del demonio comenzó a contorsionarse en la placenta y lanzó su primer llanto, era una mezcla humana con graznidos de animal.
Todo era muy raro pues al voltear a ver a la madre, esta ya había desaparecido de nuestra vista. En ese momento la bestia recién nacida abrió su asqueroso hocico y se abalanzó a atacar a mi compañero, que estaba incrédulo de lo que allí pasaba.
Cuando ya estaba cerca de él, accione mi arma corta, pero esta solo emitió el chasquido de percusión y no acciono la bala del interior. El arma no respondía.
La bestia, al ver esta acción, contuvo por unos segundos el ataque y fue donde aprovechamos para correr y alejarnos de ese engendro. Ya en lo oscuro del bosque llegamos hasta donde dejamos la patrulla, pero esta no encendía y solo nos metimos en ella.
En eso sentimos como algo pesado se trepaba por el cofre y se movía con una gran fuerza y de nuevo los graznidos y rugidos de ese salvaje y deforme animal producto del diablo….
Mi compañero ya había entrado en pánico, desenfundo la escopeta 12 milímetros y apuntó a donde estaba la aberración, pero de nuevo solo el chasquido del arma se escuchó sin disparar la bala. Él, como pudo, salió de la patrulla y comenzó a correr (continuará).
