La Danza de los “ Viejitos Bonitos” de San Francisco Uricho.
Francisco Castellanos J.
San Francisco Uricho es una comunidad purépecha perteneciente a la región del lago (Japontathu).
Su nombre proviene del vocablo Uricha, que significa lugar de hacedores o de artesanos. Si bien es cierto que con el pasar del tiempo se ha comenzado a perder la lengua y tradiciones, mismas que forman parte de su cultura, algunas prevalecen todavía.
A pocos días del 2 de febrero, Día de la Candelaria o Levantamiento del Niño Jesús, los habitantes de la comunidad comienzan a prepararse, y es que más que un evento religioso, forma parte de la comunidad como algo que los identifica.
Este día tan especial es preparado con antelación, participando personas de todas las edades. Dentro de la comunidad se forma una comisión dedicada a todas las festividades propias del lugar, incluyendo el Día de la Candelaria.
Antes de ello, hacen lo necesario para la elaboración de tamales y atole que se reparten a todos los asistentes, Como todo va acompañado de alegría, no puede faltar la danza originaria de la comunidad: la Danza de los Viejitos catrines.
Hace algún tiempo ya, no sabemos con exactitud cuánto, posterior a la llegada de los españoles, en San Francisco Uricho comenzó una danza muy peculiar.
Los adultos preparaban su vestimenta propia para la ocasión, con sus sacos y pantalones de vestir, camisa blanca y corbata, siempre tan elegantes.
Además, sus protectores para las espinillas (tacos) que hasta donde sabemos eran utilizados por los federales de la época. Sus máscaras relucían por lo fino de sus facciones y la sonrisa tan discreta que dejaba asomar apenas la alegría de sus corazones. Todo esto embellecido con un sombrero disfrazado de alegría, pieza vital de la vestimenta.
Los viejitos se preparaban con su bastón en mano y una campanita resonando en la parte superior. Así, comenzaban a agitarlo, siempre acompañado de un canto:
“Caminen todos los viejos
Apoyados con bordones
A ver al santo niñito
En el portal de Belén.
