Leyendas de Mexico

“Leyenda de La Mano Peluda”; espeluznante

Francisco Castellanos J.

PUEBLA DE LOS ÁNGELES. Hay muchas versiones de la leyenda de la Mano Peluda, pero entre ellas destaca la de la Mano de Horta. 

Esta versión se originó antes de la Revolución Mexicana, y nos habla de un codicioso e insensible usurero que, al morir, empezó a penar bajo la forma de una mano grotesca, oscura, y asesina…

Allá por el año de 1908 abundaban en la ciudad de Puebla los llamados Montepíos (casas de empeño ) abundaban y proliferaban bajo el ala indiferente y corrupta —las autoridades se llevaban parte de las ganancias de los montepíos— del gobierno de Porfirio Díaz.

No era un hecho sorprendente, teniendo en cuenta que, si bien el Porfiriato representó una época de crecimiento económico, en la práctica ese crecimiento económico se veía ensombrecido por la injusticia social inherente a la enorme polarización (los pobres se empobrecían, los ricos se enriquecían, la clase media se estancaba) de las diversas clases sociales, cosa que a la larga habría de estallar en la subversión de la revolución.

Era en ese ambiente de injusticia que los usureros explotaban a sus clientes, tomando todo lo que podían de ellos cual egoístas sanguijuelas. Ropa, muebles, relicarios, vajillas de plata, joyas, incluso los juguetes de los inocentes niños: nada excluían sus manos codiciosas.

La mayoría de las casas de empeño eran manejadas por usureros, entre ellos el señor Villa, conocido como “Horta”. Un hombre calvo, bajo y rechoncho con mucho vello en el cuerpo y extremidades. 

Adoraba llevar las manos repletas de gruesos anillos engarzados de piedras preciosas. Y junto a su esposa La gangosa”, se encargaba de un Montepío.

Jamás se le conoció alguna obra piadosa por lo que frecuentemente se escuchaba a los transeúntes decir: –“¡Qué Dios te seque la mano!”- al pasar frente a su negocio.

La historia comienza cuando Horta muere y, al parecer, Dios le secó la mano para darle un castigo aunque sea después de muerto.

La noticia de la Mano Negra y Peluda se publicó en el periódico poblano “El Duende”, relacionada con la mano de Horta, pues en la entrevista el sepulturero dijo que la mano salía del sepulcro luciendo un gran número de anillos lujosos engarzados con gemas…

Cada noche, siempre a eso de las 11, una mano negra trepaba por los gruesos muros del cementerio de San Francisco. De forma espectral y siniestra, ascendía cual tarántula, empujada por un poder maligno. 

Deseosa de saltar sobre su víctima, trepar hasta su cara para arrancarle los ojos y descender al cuello, ahorcando al pobre individuo. Y después volver a descansar junto a los demás difuntos.

La Mano Peluda siguió viéndose durante un tiempo hasta que finalmente desapareció.

Hoy en día hay personas que describen encuentros con estas famosas “Manos Peludas”. Viéndolas atravesar pastizales, asemejando enormes y deformes arañas, o siendo jalados por una mano negra y velluda que se esconde bajo la cama. 

La describen como una entidad poseedora de fuerza sobrehumana, y más similar a la de un primate, cubierta de grueso pelo negro y perfectamente cortada en el punto en que empieza la muñeca.

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