Leyendas de Mexico

Leyendas de terror: el músico que le tocó al diablo.

Foto/Texto Francisco Castellanos

Francisco Castellanos J.

La siguiente leyenda se puede considerar como una historia de terror ocurrida en Durango.

Antes de iniciar con la crónica, debemos dejar en claro que la figura del profesor Arturo Lugo será de suma importancia, pues este hombre era el director muy famoso de una orquesta duranguense en los albores del siglo XX.

Su agrupación había ganado un certamen en donde se premiaba a la mejor organización musical del norte del país. En esa competencia, participaron orquestas de Sinaloa, Coahuila, Chihuahua y desde luego Durango.

El galardón hizo que el maestro literalmente “perdiera el piso” y comenzará a cobrar mucho más que sus competidores para amenizar eventos. Aun así, los clientes nunca le faltaban, pese a sus constantes desplantes y desaires.

Sumado a lo anterior, no debemos dejar de mencionar que Lugo era incapaz de presentarse en una ranchería, pues suponía que esos lugares no eran dignos de su agrupación.

Tampoco acudía a lugares públicos con grandes aglomeraciones, a menos que el gobernador le garantizara una cuantiosa suma de dinero. Una noche de invierno llamaron a la puerta de don Arturo.

Eran las 12 de la madrugada, por lo que el hombre pensó que se trataba de un asunto grave y por ello salió de la cama rápidamente a atender.

Al abrir la puerta se dio cuenta de que el sujeto que tocaba era un forastero de gran estatura, ataviado de forma sumamente elegante con ropajes de color negro. Éste entró y de inmediato se quitó la capa y el sombrero.

Enseguida con una mirada penetrante, le dijo al director de la orquesta:

— Me han dicho que su orquesta es la mejor. Es por ello que deseo contactarlos para que vengan a tocar a mi casa. En este papel encontrará la fecha y dirección del evento y en el costal hallará su pago.

Después de pronunciar eso, el individuo dio media vuelta y salió sin que Luego pudiera decirle nada.

Poco después, el profesor recordó algunos de los mitos y leyendas de Durango que hablaban acerca de un hombre que aparecía en las noches con el fin de llevar las almas de los pecadores al infierno.

Sin embargo, creyó que lo acontecido había sido una mera coincidencia. Abrió el costal y éste estaba repleto de monedas de oro.

Cuando llegó el día acordado, el profesor citó a sus músicos fuera de su casa y los condujo a la dirección. Algunos dicen que la orquesta tuvo que cruzar media ciudad, aunque otros aseguran que tan sólo tuvo que pasar un pequeño puente para llegar a la calle en donde se encontraba “El caserón”.

Ingresaron a la casa y fueron recibidos por el anfitrión quien les dijo:

— Permítanme presentarme. Yo me llamo satanás, aunque la gente de por aquí me conoce como el diablo.

De inmediato, Arturo volteó a su alrededor y vio que todos los invitados eran criaturas extrañas. Por ejemplo, a un joven le faltaban los brazos, en tanto que una dama tenía dos cabezas.

Tanto él cómo sus músicos, ya no requirieron de ninguna explicación. Supieron que habían llegado al mismísimo infierno.

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