Leyendas de Mexico

OTRA HISTORIA DE LA NIÑA ARAÑA: LA VERSIÓN ORAL DE DON LUIS MARÍN

Existen muchas leyendas de la Niña Araña en México, que se han contado oralmente. Transcribo a continuación la versión que me comunicó don Luis Marín, en una entrevista que fue filmada en su casa del barrio de Marfil, en Guanajuato. 

Esta versión filmada estará accesible en breve en el portal del Corpus de Literatura Oral de la Universidad de Jaén, que dirige el profesor David Mañero. 

En ese portal se pueden encontrar ya cuatro versiones narradas por don Luis del cuento de El pintor engañado (Don Pitas Pajas).

El relato cuya transcripción está a punto de conocer el lector es, como se apreciará, un prodigio de dominio del arte verbal, de memoria, de creatividad. Insisto en que entre las muchísimas versiones hispánicas e internacionales que conozco (que son muchas; más

—Mire, entre para allá —dijo.

—¿Ah, sí? —dice— ¿cómo no? —dijo.

—Aquí parece.

No llegó al portón del panteón, sino on tan los muros: es un panteón que tiene sus muros altísimos, y que le dijo espéreme.

Y esa plática la supe hace poco, muy reciente, ya cuando, cuando la nueva tecnología. Entós que le dice, dice:

—Mire, aquí espéreme —dijo—, y orita le hablo a mis familiares pa que venga a pagar.

—Sí, ándale.

Que se quedó parao allí.

Cuando la niña salió del carro, pero como una araña, que se iba pegando… Pero así por segundos, la niña se fue pegando en los muros altísimos y traspasó hasta el otro lado, lo que era el panteón.

Jue cuando él, pues todo aquello se dijo:

—¿Cómo puede ser? ¿Cómo puede ser que una niña escale? Y un muro que no había escalones, un muro liso de piedra así —dijo—, ¿y cómo subió tan rápido? —dijo—.

Si esto fue la niña, fue la niña que vi este espanto, esta cosa que me puso de nervios me asustó —dice—; pos ora que salgan sus familiares —dijo—.

Porque yo sé ónde están.

Se imaginó luego la niña.

Entonces ese, dicen que fue tanta su desesperación que se dio de reversa. Salió de reversa y se topó con un amigo, un amigo dél y le contó todo.

¿Qué es lo que hace el amigo? Pos burlarse del [él]: le dijo, dijo:

—Mira, me pasó esto —dijo—; una niña, una niña, una niña como así fuera una arañita, una niña normal —dijo—. Mira, se pegaba en la pared y entró pal panteón.

¿Pos quién le iba a creer todo aquello? Solamente él se la creyó, pero todo. Pero otro amigo que le dijo:

—No, mira, yo te veo en muy malas condiciones —dijo—, mejor mira.

Porque él no era dueño del carro, no era dueño del carro, era chofer del carro, del carro de sitio. Entonces dijo.

—Mira, habla con el patrón, para que, pos ya es noche, a ver si encuentra un chofer —dijo—. Porque yo no te veo bien, mira nomás cómo tiemblas —dijo.

—No, es que yo también tengo necesidad, tengo que trabajar. Pero es que a mí me da miedo —dijo—. Que era una niña —dijo—. Era una niña. Pero tengo miedo.

¿Sabés cuál era su miedo de este hombre? Se lo comunicó a sus amigos, el miedo era que saliera no la niña, sino que salieran sus familiares a pagarle.

Y ver si la niña le asustó, sintió temor, al ver la niña que escalaba los muros tan altísimos… Pos cuando salieran los familiares a pagale —dijo.

—Va a salir su familiar, su papá, su mamá, que probablemente, que, con suerte, están también ahí adentro —dijo—. No me morí de susto de ver a la niña, sino me voy a morir de susto de ver a sus familiares.

Entons dice que le dijo aquel, que le dijo su amigo —dijo.

—Mira, habla con el patrón —dijo—. Yo te veo mal, mira cómo tiemblas — dijo—, y así manejando en la noche —dijo—, vaya a pasar un accidente.

Dijo:

—No, pero yo tengo necesidad, tengo necesidad de trabajar —dijo—, pos si yo tengo que arrimarle que comer a mi familia —dijo—. Y si le hablo al patrón, pues me va a pasar lo que tú estás haciendo conmigo, que te estás burlando de mí.

Dijo:

—No, aquel sí se está burlando de ti, pero yo no —dijo—. Eso te pasó a ti y yo sí te creo —dice—; te creo porque las condiciones que estás —dijo—, mira cómo tiemblas —dijo—. Te vaya a pasar un accidente.

Entonces dice este, la necesidad lo obligó a seguir en la noche. Pero taba tratando de hacer lo imposible, lo imposible por salir por ese rumbo, por salir por la Calzada ahí del panteón y llegar a Rocha.

Todos los viajes que le salían tenían que ser fuera, rumbo a Valenciana, Santa Cecilia, La Presa, incluso aquí, a Marfil, pero no por allí.

Entóns dicen que según se cree que este levantó un familiar de la niña. Pero dice que, por ahí de la fábrica de los Hernández, ahí levantó un familiar, y que le dijo:

—Lléveme, pero nunca le dijo (adónde) —dijo—. Voy, voy, voy precisamente aquí adelantito —dijo—, a recoger una familia, le dijo, voy aquí a Banqueta alta.

Pues se animó —dijo:

—Súbase.

Porque sabía que no iba a ganar pa allá. Que iba a ganar por rumbo a la Banqueta alta pa llegar onde era la Ford —dijo.

—Aquí damos vuelta aquí por Cantador.

Pero cuando ya estaba arriba jue cuando cambió de parecer aquella persona y que le dijo —dijo.

—Mire —dijo—, primero voy a recoger otras personas —dijo—, ¿me hace el favor?

Pero amable. Pero aquella persona era una dama, una dama que se le hizo sospechosa también a él. Porque él sospechaba de todo lo que se subía allí, de ahí pa delante sospechaba de todos.

Antes de subirlos a su coche, lo miraba de arriba abajo, pero los miraba normales; así, esa señora la subió porque primeramente la inspeccionó, le preguntó ónde iba y todo; pero esta le dijo:

—Voy aquí a la Banqueta alta, lléveme.

Ya por el rumbo, cuando ya llegaron aquí, jue cuando le dijo:

—Voy a recoger otra gente aquí a la Calzada, aquí para arriba, para aquí para arriba.

Y ya trepada arriba y que se le vino a la mente —dijo.

—¿No serán familiares?

Hasta cuando ya llegaron allá, cuando ya llegaron precisamente cuando iban para agarrar lo que es, lo que es para agarrar la entrada al panteón.

Estamos hablando del frente no por onde están las momias, por el lado del frente, no por la parte de atrás, por enfrente, que le dijo, allí sí le dijo, dijo:

—Mire, si gusta, si gusta llevarme para allá —dijo—, y si no me puedo bajar yo aquí —dijo—, porque fíjese que dejé mi monedero en mi casa —dijo—, y parece que yo le debo unos centavos.

Dijo:

—¿A mí? usted no me debe. Si apenas la acabo de subir.

Y ya había tenido aquella experiencia —dijo.

—No —dijo—, es que yo tengo que pagarle, no se mueva, aquí espéreme —dijo—. Si no quere subir, espéreme.

Porque sintió que aquel ya no quería caminar, ya no quería meterse para allá.

Dijo:

—Aquí me espera —dijo, dijo—, que le va diciendo: yo soy la mamá de la niña que, de la niña que le echó el viaje —dijo—, yo quero pagarle, nomás que dejé mi monedero en mi casa.

Dijo:

—¿Cuál casa?

—Allí tengo muchos familiares, adentro.

No, dicen que este hombre, este hombre le dio de reversa.

Pero todo a la vez, vio a la mujer también que hizo lo mismo, pero dicen que la niña iba pegada y esta no; dice que nomás la alcanzó a ver porque no quería pegarle a nadie atrás; así, porque este le dio de reversa al carro.

Pero la vio cuando pegó, dice como si fuese un brinco, un chapulín, una cosa como que brincó así pa rriba, algo que se levantó, así pa rriba. Desapareció, vio algo que se levantó así arriba, no la vio que se pegara.

Dice que fue tan fuerte la desesperación, que se pegó allí en la parte del muro, el muro contra allí, en aquellos entonces todavía no rebajaban allí onde están unas casitas enfrente, luego. Dicen que ahí jue y se estrelló este hombre, el chofer ese.

Y todo el que platica, es sabido porque ese hombre se mató allí, allí se mató, allí. A la hora que dio la vuelta, allí se mató, la desesperación lo mató, allí se mató.

Y esto lo narran sus amigos, no él; él narró al amigo que se burlaba y al amigo que le aconsejaba que dejara el carro. El jue el que le decía, porque todavía todo esto le comunicó a su amigo, porque él no quería salir solo, no quería salir solo —dijo.

—Mira me sale un viaje para acá.

—Pos échatelo, échatelo, ándale.

Tú sabes que onde están todos los sitios que estaban en aquellos entonces. Ahí juera del mercao, van agarrando corte según los que van saliendo, le toca así para que todos tengan trabajo.

Entonces ahí estaba, y la mujer allí se subió. Y a la chamaquita también la subió, pero en la calle, y ahí jue onde subió a la mujer. Pero nadien vio, nadien vio a la mujer más que él, pero sí le dijo al amigo, dijo:

—Mira, voy a echar un viaje.

Pero creían que iba a levantar a una persona más adelante, ¿eh? Pero había una cosa muy sospechosa; tú sabes de antemano que el chofer pocas veces se baja para manejar y allí hace el trato: “¿Ónde la llevo? ¿Cuánto le cobro?”, y todo.

Sino que uno de los mismos amigos, de que ya había platicado la historia, dicen que ese vio algo anormal, no vio a nadie, pero sí oyó que sonó la puerta de atrás. Cuando este dijo, porque aquel no se había bajao —dijo.

—Ah, caray, pos si yo no vi a nadie —dijo—, lleva a alguien, pero si yo no vi a nadien —dijo—, subió a alguien.

Y él les avisó que iba a llevar una persona; pero nadien de los que estaban allí vieron, oyeron cuando el portazuelazo que se subió a alguien.

Pero no habían visto a nadie, hasta la calle ya estaba solitaria, ya más noche ya estaba todo solitario —dijo.

—Nadien se subió, no, yo no vi a nadie —dijo.

—Pos si acaba de platicarnos lo que le pasó con la niña, no vaya a ser la de malas que, de vuelta a levantar a la misma niña, no —dijo—. Pos si quiera era una señora; llevaba una señora, pero no pa llá, que pa la Banqueta alta.

Cuando les van comunicando que allá en la mera Calzada se había estrellado, y le dijeron, pos que empezaron a comunicar los taxistas que pasaban por allí, decían:

—No, fíjate, aquel se estrelló, se mató —decían.

—Pero ¿por qué?…

Pues como te digo, no todos tienen ese don, el don. Lo único que no me parece, es que hay este tipo de accidentes, que participe el espíritu para que le quita la vida a alguien.

Pero ellos no se la quitaron. Fue la cobardía de uno mismo.

Si aquel hubiera tenido un tiemple diferente, pues que, me espero a que me pague o sencillamente me voy tranquilo, le echo el viaje gratis. Pero aquel [por] la desesperación, tratar de huir lo más que se pudiera allí, fue lo que le causó la muerte y la cobardía.

Porque hay gente que se le… se le atora, hay gente que le atora a aquellas, aquellas figuras, a aquello que ven, imágenes que ven, hay gente que le atora, pero hay que tener (tiene) mucho valor y hay gentes que corren, sencillamente.

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