“Quiero que esto sea mi hogar lejos de mi hogar”: ¿Por qué los profesores gastan cientos de dólares en sus aulas?
Dos semanas antes del comienzo de las clases, Lisa Schroeder, profesora de 4º curso de Rockford, nos enseñó su nueva aula en la escuela primaria Crestwood.
Esta es su undécima aula en más de 37 años de docencia.
Tras casi cuatro décadas de docencia, se ha convertido en una profesional del diseño de interiores.
Cuando entramos, ya había pasado tres horas y media la noche anterior colocando estanterías, añadiendo tazas de café a los armarios y poniendo bordes alrededor de los tablones de anuncios.
Mientras enumera su lista de cosas por hacer, señala el calefactor de la esquina y dice: “Eso se va a convertir en la nevera para que los niños puedan poner fotos en ella como en la nevera de casa”. Para completar su visión, incluso compró una barra magnética para la cortina de la ducha que parece el pomo de una puerta.
Se vuelve hacia las ventanas y añade que tiene unas cortinas en casa que acabará colocando.
A medida que la Sra. Schroeder explica su visión, queda claro que estas cuatro paredes no son sólo un aula.
“Quiero que sea un lugar en el que, cuando entres, te sientas como en casa. Quiero que sea un hogar lejos del hogar”, dice Schroeder.
Pero las estanterías y las pizarras en blanco de este hogar pueden tener un coste.
“Empecé a dar clases hace años con, voy a ser sincero, cientos de dólares, y con el tiempo no ha sido tanto”.
Los maestros de la Escuela Primaria Rockford reciben 9 dólares por alumno. Con 21 alumnos, son 189 dólares al año.
“Hay que ser flexible con ello y no gastarlo todo al principio del año”, dice Schroeder.
La Constitución de Michigan exige que todas las escuelas proporcionen los recursos necesarios para una educación básica.
