Tradiciones Mexicanas

Tradiciones de mi tierra, música folclórica Huapangos Huastecos.

Foto/Texto Francisco Castellanos

Francisco Castellanos J.

Entre los sones y huapangos representativos de San Luis Potosí se encuentran Las mariposas, La zorra, La víbora, La huasanga y Las moscas, aunque quizá los más famosos sean El llorar y El querreque, este último acreditado a Pedro Rosas Acuña (1931-1963), originario de Xilitla.

Actualmente, uno de los principales exponentes del huapango arribeño con más de 20 discos grabados es el médico Elías Francisco Naif Chessani (1949), nacido en Rioverde, quien cambió el estetoscopio por la guitarra huapanguera y es conocido artísticamente como Dr. Chessani.

El querreque (huapango huasteco)

Pero donde se puede admirar la máxima expresión del huapango arribeño, de la música de San Luis Potosí en conjunto con jarabes, décimas y valonas, es en una muy particular manifestación literario-musical popular conocida como “topada”.

Las topadas son enfrentamientos musicales entre dos poetas-trovadores “de aporreón” (llamados así porque el aporreón o bravata es la más importante de las cuatro partes que forman cada duelo) que llegan a prolongarse durante 10 o 12 horas y en las que se combinan música, poesía y baile.

Con antelación se prepara un espacio de aproximadamente dos metros de altura llamado tarango o tablado, el cual consiste en dos bancas de madera, colocadas una frente a la otra a cierta distancia.

De cada lado sube un grupo de músicos, formado por dos violines, una guitarra quinta huapanguera y una jarana huasteca o vihuela.

El organizador de la topada propone el tema a desarrollar; así, por ejemplo, si se trata de una boda, los músicos interpretarán su repertorio de “toñitas”, que son temas dedicados a los novios.

También hay un reglamento de cortesía no escrito que indica, por ejemplo, que el grupo visitante es el que iniciará el duelo y decidirá en qué tono y cuál será el repertorio de sones y jarabes a interpretar. Además, como se trata de una conversación entre amigos, ninguno de los participantes puede abandonar el tablado.

Generalmente el intérprete de la guitarra huapanguera es también el trovador, que debe escribir y memorizar (hasta con dos meses de anticipación) las letras que va a cantar, además de estar atento para saber improvisar y responder con ingenio a su contrincante.

Por si fuera poco, la estructura poética que debe utilizar cada trovador es la décima (estrofa de diez versos que puede tener entre ocho y doce sílabas).

Pero el duelo no se da sólo entre los poetas de aporreón, sino que se extiende a los violinistas quienes hacen gala de un admirable virtuosismo competitivo y en ocasiones hasta a los jaraneros, que si saben improvisar también le echan leña al fuego.

Cada topada está formada por el saludo (que puede ser un texto ya preparado), el desarrollo (que es donde se da rienda suelta a la improvisación y donde cada décima o valona termina con un son o jarabe con zapateado), el aporreón o bravata (que es donde prácticamente se decide cuál de los contendientes será el triunfador) y la despedida.

Entre las décimas y valonas más interpretadas se encuentran A las casadas, Yo no soy tan pobrecito, El zas zas, Vamos, niña, conmigo a los mares, Del tren pasajero, Lloro por mi amor perdido y Ay qué caramba es el miedo.

Click to comment
To Top