Turismo

Impresionante Casa del árbol de Amacuzac.

Amacuzac es un pueblo que está entre Cuernavaca y Acapulco, pero todavía en Morelos. 

Su clima es tropical húmedo y los días aquí se acompañan del correr del río que si bien no se muestra cristalino abastece de agua y favorece el cultivo de una gran cantidad de flores y frutos, que van desde la caña (bambú) hasta dulcísimas toronjas, naranjas, limones, mangos y encantadores nenúfares. 

Entre los prodigios de esta tierra están los árboles centenarios, como la parota o el guamúchil. Lorena y Rodrigo supieron aprovechar esta madera y con inspiración lírica y un cuidado minucioso por los detalles crearon lo que ahora llaman la Casa del Árbol de Amacuzac, Morelos. 

Ambos, con ayuda de los hijos respectivos, fueron echando mano de la mente un tanto ingenieril y otro poco desbordante de creatividad, para ir armando la casa de visitas con madera de árboles que ya estaban secos. 

Bambús, ingenio, parotas, tejas, algo de ceras y cemento fueron dando forma a una cabaña que deja perplejo a cualquiera por lo estética que resulta.

Los muebles, desde luego, también son obra de lo que se convirtió en la segunda vocación de la familia: Veta Natural Style, el taller donde se crean mesas, puertas, sillas o cualquier pieza de mobiliario a pedido que podrá solicitarse de acuerdo a la imaginación del cliente. 

El recorrido por el taller y el vivero sólo se realizan si lo solicitas y puede tomar mínimo 40 minutos o una hora y media si tu curiosidad resulta desbocada.

LA ESTANCIA

La cabaña, repito, está llena de detalles: son planta baja y dos pisos. En total son tres recámaras y un baño compartido. Una de las recámaras, la principal con cama king-size, tiene una vista al jardín que hace que los amaneceres parezcan verdaderamente de película: el trinar de las aves, la claridad del sol, lo acogedor de la madera y una deliciosa cama cuyo colchón y ropa blanca cálida en verdad te abrazan. 

Hay una terraza con hamaca. Y hasta arriba está otra recámara con cama matrimonial que no tiene vista al bosque y resulta la más privada.

No hay cortinas oscuras y dos de las habitaciones (tapanco y la matrimonial) no tienen puerta y eso ayuda a integrar el espacio a sentir mucha amplitud, lo que permanece en la noche con luces tenues. 

La cabaña está totalmente equipada con horno, lo básico para cocinar, cafetera y café de la región, un par de ventiladores y cómodos sillones. 

LAS ÁREAS ABIERTAS

Hay un espacio llamado isla con una pequeña piscina cuya agua es extraída y tratada de manera natural en el río. Aquí podrás echarte en el pasto, asolearte, correr descalzo, leer un libro, dormir en la hamaca, amanecer en el bosque y beber un café recién colado. Puedes no salir y hacer pedidos de comida por teléfono, hay wi-fi. También puedes cocinar. No podrás traer a tu perro.

En fin, este proyecto que parece en medio de la nada puede ser también un centro de operaciones si quieres visitar Taxco, en Guerrero, o balnearios con cauces de río como Las Huertas. 

Está a dos horas de la Ciudad de México y si bien Lorena y Rodrigo (junto con un gran danés guapísimo llamado Jacinto) viven en una hermosa casa con diseño de castillo en el mismo predio, la privacidad de la Casa del Árbol es total y ellos súper respetuosos.

La propiedad tiene un área de bar que puede rentarse para eventos privados, así como una zona de catering que con ayuda de la suerte podrás recibir como un regalo y quemar bombones en una fogata de madera que ahí mismo recolectan.

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