Música de Guerrero: sones, chilenas y danzas típicas.

Francisco Castellanos J.
Debido a la incesante actividad del puerto de Acapulco como lazo comercial entre España, Asia, América del Sur y México, en el estado de Guerrero encontramos una gran variedad de géneros y estilos musicales con fuerte influencia de las tradiciones de otras latitudes, entre ellos el son y la chilena.
Las torcazas Ritmo versátil y multicultural
El son es uno de los géneros musicales más ricos y versátiles, con una asombrosa variedad estilística y temática, así como con diferencias rítmicas y de instrumentación.
Lo encontramos en la franja costera del Pacífico Sur, concretamente en la región de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca. Presente ya en tiempos del virreinato, el llamado son “de artesa” tiene su origen en las danzas y bailes de los esclavos africanos que eran mercados en las costas guerrerenses.
De esta música, el son de artesa tomó el redoble rítmico y el tapeo en el arpa, instrumento que sustituye al tambor. Originalmente se bailaba sobre una pequeña barcaza (llamada artesa) volteada sobre la arena, y el eco de las pisadas de los danzantes sobre esta superficie creaba un curioso efecto de resonancia.
Más adelante a los bailes se les agregaron coplas llamadas “relates” en Tierra Caliente y “chilitos” en la Costa Chica.
Así como estribillos, cuya función es hacer breves pausas para que los bailarines descansen.
Entre los sones de artesa más conocidos se encuentran Las torcazas, El tendido, El cruzado, El periquito, Los enanos, La minga, Mi guachito y El casamiento, y entre las coplas más representativas están India del alma, La manzana, Las mariposas, La mariquita, La negra, Vapor chileno, Las pelonas, La resbalosa y Tixtlequita.
En Tixtla, el son posee una variante muy particular. Debido a que en la región central de Guerrero no se practica la pesca, la artesa fue sustituida por una tarima de madera.
Por lo tanto, en esa zona el son de artesa pasó a llamarse “de tarima”. La instrumentación incluye jarana, vihuela, arpa y un cajón de madera que se llama cajón de tapeo o cajón de tamboreo. Entre los sones de tarima más representativos se encuentran La zamba chucha, El grano de oro, El valiente, La petenera, El toro, El pato, El zopilote y La iguana.
El zopilote
Por otro lado, en la Costa Grande encontramos los sones “de tabla”, cuya característica distintiva es que a la instrumentación (formada por arpa de 36 cuerdas, guitarra sexta, jarana y violín) se agregan dos percusionistas que golpean rítmicamente los costados del arpa. Finalmente, en la región de Tierra Caliente se interpretan sones “calentanos”.
Su instrumentación está formada por uno o dos violines, una guitarra sexta, una guitarra “panzona” de cinco cuerdas (llamada “tua”) y una tamborita de doble parche. También existe una variante rítmica del son, a veces interpretada por un solo violín, que se conoce como “gusto”.
Entre los gustos más conocidos se encuentran Santo Domingo, El pañuelo, El gusto federal, Que te vas te vas y Solo que el mar se seque.
La chilena: herencia de las cuencas sudamericanas
Por su parte, aunque comparte ciertas características con el son, la chilena es una expresión musical claramente distinta.
Su origen se encuentra en las cuecas chilenas y peruanas que trajeron a las costas de Guerrero los inmigrantes sudamericanos que pasaron por ahí y por las costas de Oaxaca entre 1848 y 1855, durante la fiebre del oro de California.
A grandes rasgos, la chilena relata por medio del canto y el baile las fases de un cortejo amoroso. Inicia con un ritmo acompasado, luego se cantan coplas regionales, después el ritmo se acelera mientras el galán intenta alcanzar a la dama (la cual se escabulle con ligeros pasos mientras agita un pañuelo).
Finalmente, los bailarines muestran su habilidad con sonoros taconeos que se conocen como “tarimero”.
